Recibimos esta nota en nuestro correo, es el comienzo de una historia escrita por dos de nuestros lectores. Esperamos ver cómo se desarrolla delante de nuestro ojos.
Confesiones
El olor del mar

Estoy casado y tenemos unos sobrinos que son estupendos de carácter y suelen pasar por nuestra casa varios días, pues estamos junto al mar. Ella es rubia, alta y preciosa, de un tipo de cuerpo delgado pero hermoso. Me tiene loco, y ella sabe que me siento muy bien y ve quizás mi cara de idiota cuando la miro como diciéndole: “te comería a besos”.
Ciertas cosas extremas

Un día con los compañeros de trabajo hablábamos acerca de las cosas más extremas que habíamos hecho durante nuestras vidas, y mientras se hablaba de toda una gama de deportes extremos, a mi pensamiento llegó una experiencia que, aunque no es un deporte extremo, sí era algo que se catalogaría como tal: el intercambio de parejas.
Sobre importunos y descaches

No quiero legitimar lo que pasó, pero creo que nadie en el mundo es culpable de nada excepto de sus acciones. Recuerdo cuando no tenía ninguna preocupación en mi cabeza, de la universidad a la casa y de la casa a la universidad, de vez en cuando iba al Chorro de Quevedo a tomar chicha de colores o a Lourdes a sus famosos bares.
Las profecías apocalípticas de los 40

Tengo que confesarlo, hace una semana llegué a los 40 años, y todas las profecías apocalípticas sobre alcanzar esta edad parecen ser ciertas.
No quiero, pero lo hago

En un mundo tan caótico y contradictorio como en el que vivimos hay días en los cuales no quiero salir de la cama. No quiero, pero lo hago. Lo hago porque, muy a pesar del caos y lo absurdo de algunas situaciones, a veces brilla el sol, la tierra está húmeda y expele olores a vida, a esperanza y a renacimiento.
No fui capaz

No fui capaz. Colapsé y aún no me levanto. Hace quince días no fui capaz de dar un taller. Ni siquiera llegué porque me desmayé en el camino. Hace ocho días tampoco fui capaz; esa vez fui más inteligente y renuncié antes de salir de casa y, como la idea es ir aprendiendo, ahora cancelo con un día de anterioridad. Es ver mi peor pesadilla convertirse en realidad, día tras día.
Sobre la inocencia y el conocimiento

Dicen que la falta de conocimiento no es ignorancia sino inocencia y yo estoy de acuerdo. Cuando somos niños carecemos del desgaste mental y emocional que dan las experiencias y metemos el dedo en el enchufe sólo una vez, después de ese “corrientazo” no repetimos. Crecer nos da todas las herramientas para repetir conscientemente nuestros errores, porque con el primero nunca es suficiente.
Tres meses, once días

Recibir un mensaje calmaría mi desesperación. Llevo tres meses y once días pensando angustiosamente en ti. No te conozco, y no me interesa hacerlo, no a profundidad, pues sé que el encanto terminaría, de la misma manera en que el desencanto llegaría a ti o que quizás ya ha llegado.
Yo confieso

Confieso que me encanta el celador del edificio donde trabajo, es imposible no mirarlo. Le pongo como unos 28 años; tiene una cara de esas que miran con inocencia y a la vez con cierta malicia; es un poco más alto que yo y se nota que cuida su cuerpo. Se ha acostumbrado a saludarme […]