Tres meses, once días

Recibir un mensaje calmaría mi desesperación. Llevo tres meses y once días pensando angustiosamente en ti. No te conozco, y no me interesa hacerlo, no a profundidad, pues sé que el encanto terminaría, de la misma manera en que el desencanto llegaría a ti o que quizás ya ha llegado.

Yo no esperaba ni estaba en búsqueda del amor. Estaba en un momento muy placentero, en mi área de monotonía y comfort. En son de broma y altanería le dije al cielo ese día que si encontraba a alguien de tu profesión me casaría, pues con urgencia necesitaba de tus servicios aquél día. ¡Y mira que mi suerte es mala, me fui a topar contigo! No es mala porque me desagrades, sino porque eres lo más delicioso que se me ha presentado. Todo un delicioso chocolate que no puedo comer.

¡Jamás mis hormonas se habían vuelto locas! Es evidente que quiero algo contigo y no es precisamente un noviazgo o un matrimonio aburrido. Sí, es esa palabra que lleva una letra cuyas líneas se entrecruzan, sexo. Me digo a mí misma ¡si vas a perder, hazlo bien, a medias nada! No quiero que me conozcas, sólo que me disfrutes. No tengo la experiencia que tal vez tú tienes. Nunca me interesó aprender porque no me parecía atractivo el sexo, hasta ahora.

Dos veces me había enamorado, seis años de amor callado. Ahora, repentinamente como antes, los síntomas han vuelto y yo me desespero de contenerme, callar y no poder tener las agallas para decirte que me gustas y pedirte que me beses.

Paula BonetCulpemos a Lorca, a Neruda y a Darío. Sí, ellos son los responsables de este comportamiento mío. Cada línea de sus libros que leía iba despertando los átomo de mi cuerpo día tras día. Serrat, Sabina y Aute son también partícipes de esa culpa que ahor condena mi vida, mi cuerpo y mi alma. ¿Qué hago con lo que siento, con mis deseos, con mis ganas de experimentar? ¡A mí no me culpen, que soy cobarde! Culpables ellos que viven valientemente su existencia. Ya escribí un poema con tu nombre y lo guardé.

¿Qué hago? Si cada jueves que pasa no dejo de pensar en tus mensajes que recibía en mi celular. Ahora ya no hay mensajes, sólo jueves cobardes cantados por Sabina y Los Caballeros de la Quema. Jueves sin agallas para enviarte un texto por el celular, por temor a que te moleste, te incomode y me odies. No sé cuántos jueves más tenga que pasar para olvidarte. ¿No es patética mi vida?

Busqué el video de la canción de Sui Generis “Canción para mi muerte” escrita por Charly García, y ahí estabas, décadas atrás. Vi tu rostro en ese rostro que vivió antes que tú y yo naciéramos. Lo vi y desde entonces, cada vez que te quiero ver, pongo el video una y otra vez.

Sé que somos diferentes, somos opuestos pero me gustas, ¿qué le voy a hacer? No sé nada de ti y no quiero saber. Me imagino que tienes una novia muy linda. Amigos que no me presentarías, familia y mascotas que no conoceré. Por eso no te llamo, por eso no te escribo, por eso me repito día y noche que no te debo pensar.

Esta enfermedad está avanzando. Tres meses y once días es un mal presagio. Ya mi corazón aguantó seis años con dolores y desgarres. No me gustaría volver a pasar por ese proceso tan desagradable llamado amor.

¡No, no más!

¡Que amen los amorosos!

¡Que amen los valientes y suicidas!

¿Yo por qué he de amar, si no me gusta la vida, si la razón me lo prohíbe y mi destino lo confirma?

Llora ahora corazón que la vida es perenne y la vida termina.

 

Artwork by Paula Bonet

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1 Comment

  1. Rk says: Responder

    Que buena historia ,recordé los poemas que leía de antes

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