No quiero legitimar lo que pasó, pero creo que nadie en el mundo es culpable de nada excepto de sus acciones. Recuerdo cuando no tenía ninguna preocupación en mi cabeza, de la universidad a la casa y de la casa a la universidad, de vez en cuando iba al Chorro de Quevedo a tomar chicha de colores o a Lourdes a sus famosos bares.